El despecho
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Te despiertas con un sobresalto cada vez que mi mano acaricia tu pecho al amanecer. Yo no me enfado porque des media vuelta en la cama y continúes durmiendo. Hace años que actúas así y desconoces que está próximo el día en el que, cuando abras los ojos tras uno de tus sueños reparadores, mi mano estará dando calor a un rostro más agradecido al tacto de mis dedos. Y tú podrás seguir durmiendo tranquila.