Técnica P-40
/1. Quisiera escribirle un poema a Von Hagens como hizo Anne Carson a Audubon. Ambos perfeccionaron un nuevo método que declararon como suyo: Llevar el cuerpo a la observación de cualquier persona. Animal abatido y sin sangre, bañándolo una y otra vez en agua, defectos y heridas dejan de tener olor.
¿Sigue siendo animal esta cavidad vacía? Coloco trapos en el lugar del corazón y los pulmones.
Pero ambos se equivocaban en lo mismo:
donde no hay nada que ver,
hay algo que tocar.
2. Yo nunca quise este animal en la garganta. ¿Acaso esta atrocidad es el centro de todo? Tumbada sobre el acero soy yo ahora el objeto de estudio. ¿Es el animal menos hábil por dejarse morir?, ¿por dejarse tocar? Pero toda la carne que palpan es pared. Bata blanca y manos frías apretando mi frente sentencian: estado orgásmico de los clásicos=entrega pasiva de la parte lesionada.
¿Serán estos síntomas cicatrices o manchas de nacimiento? Pero él grita que un síntoma siempre indica un hecho patológico. Siguen palpando pared. Pero soy defecto y herida, y como el poeta, sigo tocando y amando todo aquello que se prepara para morir.