Todos a mi alrededor tienen ganas de gritar. Tienen ganas de tirarse de un acantilado a diez mil metros de altura y caer de pie y seguir como soldados caminando por el puente con sus ganas de morir. Profesando la libertad de ser solo ceniza con la carne pegada a los laterales como parches salvavidas. Se arrastran como siluetas bajo la penumbra sucia de un faro. En la noche lluviosa se encargan de gritarles a todos ¡tengo ganas de morir!. El mundo me habla muy despacio y el tiempo se me acaba.
Su dolor es circular es un vórtice infinito en el que siempre me incluyen. Y yo no se que hago para que esto suceda. Más que existir. Más que ser sincera. Más que creer en su humanidad. Más que creer demasiado en su ficción. Me miran y estoy allí parada llevo un saco negro y el cabello rubio, me debo ver parecida a la muerte bajo los anuncios de viajes de Avianca. Estoy segura que es así y con la luz encendida de los faroles de seguro, debo verme parecida a la muerte.
Los hombres con ganas de no existir me persiguen. Todos quieren ser mis amigos. Me dicen: Mira mi brazo derecho que sangra. Mira mi codo de acero, me sirve para patinar en el asfalto con que me voy a sepultar, ¡míralo!, ¡que brillante! y sonríen y comienzan a cantar a Billie Holiday.
My heart and I have decided to end it all
mira mi puño cerrado como sangra
ayer golpee una mesa
But let them not weep
y pensaba en todo lo que me dijiste aquella vez
let them know that I'm glad to go
pero la sangre ya paro
y tenias razón
Dreaming, I was only dreaming
ayer me surci la mano
pero ya compre las tijeras
I wake and I find you asleep
Mira como estoy cansada y ya no puedo mas
In the deep of my heart, here
Mira como la soledad se agrieta y tu estas allí
Saliendo a pasear
Darling, I hope that my dream never haunted you
Me atraviesan con dagas estas rutinas. La respiración. El silencio. Los días normales. Los días buenos. Las flechas de fuego como el aire del caos. La disforia de un ser que le aprietan los nudos pero no lo ahorcan.
Siempre con los sueños hechos costras en las rodillas. Voy con los papeles arrugados en el bolso, queriendo que se convierten en poesía o en cualquier cosa que logre salvarnos, con un ojo en la mano que no me sirve para mucho porque la mayoría del tiempo estoy muy distraída pensando en mi misma.
Me observan como soldados de huesos pálidos y me juzgan: Esta tipa si es dura!, es una piedra – piensan -, mientras se recuestan en el puente y el eco de una golosina los llama y comienzan a marearse y la nausea se vuelve otra sensación más que no saben distinguir.
Siguen caminando y el cielo comienza a cantar y ya no están en el mundo como un gallo, ahora son el gallo. Y los luces se escuchan como cacareos. Y la calle es una granja gigante, el vecino floricultor se sienta a mi lado en el banco de siempre con la braga llena de tierra y no tengo nada que decir, pero aun sigo sentada dándole comida a esta ave.
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